Resumen
El asma es una afección crónica común en la niñez. Estudios epidemiológicos han mostrado que la tasa de mortalidad por asma en niños sigue siendo elevada a nivel mundial. Por ende, es crucial controlar el asma para reducir las exacerbaciones, que pueden resultar mortales si no se manejan adecuadamente. La vigilancia regular podría ser útil para detectar la evolución del asma y asegurar la eficacia del tratamiento. A pesar de existir métodos subjetivos para monitorear el asma, los resultados varían dependiendo de la percepción individual de los pacientes. Evidencia reciente sugiere que ciertos instrumentos objetivos podrían ser útiles para el seguimiento. Sin embargo, no hay un consenso acerca de la estandarización de estos instrumentos objetivos de rastreo. En esta revisión, se comienza por abordar la prevalencia y severidad del asma infantil a nivel global. Luego, se detallan los últimos instrumentos de seguimiento objetivo disponibles, enfocándose en su efectividad en el manejo del asma infantil. Se consideraron documentos de espirometría, óxido nítrico exhalado fraccional (FeNO), pruebas de hiperreactividad bronquial y dispositivos electrónicos de monitoreo (DME) desde 2016 hasta 2023. También se analizaron las posibles ventajas y limitaciones de cada herramienta. En resumen, esta revisión ofrece una panorámica para investigadores dedicados a perfeccionar la monitorización objetiva del asma en niños y presenta información relevante para que los profesionales médicos integren diversos métodos de seguimiento objetivo en su práctica clínica.
Introducción
El asma, una de las afecciones crónicas más frecuentes en niños y adolescentes (1), es una enfermedad inflamatoria crónica que provoca constricción e inflamación de las vías respiratorias más pequeñas en los pulmones (2). Es una afección no transmisible que está asociada con la hiperreactividad de las vías respiratorias a estímulos directos o indirectos, como el ejercicio, la exposición a alérgenos o irritantes, cambios climáticos o infecciones respiratorias virales.2). Los síntomas suelen iniciarse en la infancia, incluyendo episodios recurrentes de sibilancias, tos, opresión en el pecho, dificultad para respirar y falta de aliento (3). Estos síntomas pueden variar en intensidad con el tiempo, pero también pueden ser persistentes (3). Por lo tanto, es fundamental controlar el asma en niños para asegurar su calidad de vida y bienestar (4, 5).
Investigaciones previas han indicado que el asma persistente grave y sin control podría relacionarse con un retraso en el crecimiento (6) y enfermedad pulmonar obstructiva crónica en la edad adulta (7). Es alarmante que se haya estimado que el número de fallecimientos por asma infantil en todo el mundo fue de 12,9 mil en 2019 (8). Por lo tanto, es vital asegurar que los niños con asma activa, particularmente aquellos con síntomas graves, puedan ser identificados y monitoreados con frecuencia para detectar la evolución del asma y garantizar la eficacia del tratamiento del asma (9). Sin embargo, aún persisten algunas deficiencias en el control del asma, ya que las tasas de visitas al departamento de urgencias y de asma no controlada siguen siendo altas (10,11,12). Un estudio realizado en los Países Bajos estimó que los niños con antecedentes familiares de asma tenían el doble de riesgo de padecer asma no controlada (13). Los factores de riesgo ambientales, como los contaminantes del aire, el dióxido de nitrógeno (NO2), las partículas menores a 10 micrones (PM10) y las malas condiciones de vivienda con ácaros del polvo o moho, se relacionan con un incremento del riesgo de exacerbaciones de asma y visitas al departamento de urgencias, especialmente en naciones asiáticas (
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